La Habana, Cuba. – El reclamo del levantamiento del bloqueo a Cuba volverá a escucharse con fuerza los próximos días, cuando la Asamblea General de la ONU analice la resolución de nuestro país sobre la necesidad de poner fin a esa política.
En más de una treintena de ocasiones anteriores desde su primera presentación, en 1992, ha recibido el respaldo mayoritario, casi unánime, de la comunidad mundial.
Su carácter criminal, y el hecho de constituir el primer obstáculo al desarrollo económico y de las finanzas de nuestro país, no pueden ser aceptados en un entorno donde cada vez más se condenan las medidas coercitivas unilaterales con fines políticos, causantes de daños como los que ocasiona el bloqueo al pueblo cubano, y al disfrute pleno de sus derechos humanos.
El asedio contra Cuba es el más cruel y largo de la historia.
Afrenta al mundo
El carácter extraterritorial del bloqueo, añadido por la ley Helms-Burton a la madeja de medidas que lo conforman, es también una afrenta a la soberanía de terceros países e instituciones financieras a las que se les prohíbe transacciones con Cuba; desestimula las inversiones y perjudica los ingresos de nuestro país.
Su carácter feroz fue recrudecido por las 243 medidas dictadas por el expresidente Donald Trump, y por la injusta inclusión de Cuba en la falsa lista de países promotores del terrorismo.
Nadie puede quedar inerme ante el perfil genocida de una política que ha llegado a tratar de impedir la entrada de combustible a la Isla. El mundo, cada vez menos unipolar y menos sometido a Washington, levanta su voz contra una estrategia que amenaza, además, a todos los que se niegan a seguir los dictados del Imperio.