La Habana, Cuba. – Aquel domingo de carnaval Santiago de Cuba aún no conciliaba el sueño cuando sintió el sobresalto de lo que algunos atribuyeron a cohetes hechos estallar por juerguistas.
Pronto se supo la verdad: un grupo de jóvenes había intentado tomar el cuartel Moncada, la segunda fortaleza militar del país, con una acción simultánea en Bayamo. Al fracasar la acción comenzó una brutal cacería para capturar a los asaltantes.
El rastro de tortura y muerte fue espeluznante. Fidel Castro -al frente de aquellos discípulos de las prédicas martianas- fue hecho prisionero junto a otros compañeros cuando se dirigían a la Sierra Maestra. Un militar de honor salvaría sus vidas.
El 26 de julio cambió la historia de Cuba. Tras el triunfo de la Revolución, Fidel advirtió que el pueblo tendría por delante otros asaltos, para vencer el analfabetismo, la ignorancia, el egoísmo, el subdesarrollo.
Los tiempos difíciles, ponen a prueba
En el año del Centenario del Apóstol de nuestra independencia, con su ideario como incentivo, un grupo de patriotas liderados por el joven Fidel Castro sacudió la conciencia popular con un acto de sacrificio sin limites, con el supremo empeño por conquistar una sociedad más humana y justa.
La Revolución dejada inconclusa por Céspedes, Martí, Maceo, Mella, Villena, echó sus cimientos el 26 de julio.
La obra sigue en pie, a pesar de tantas adversidades provocadas por el implacable cerco estadounidense e insuficiencias propias. Estos son tiempos muy difíciles. Cuando aumentan los vacilantes. Pero también -como dijo Fidel- son los tiempos en que se prueban los hombres y las mujeres, y dan la mejor mejor medida del carácter, el valor, el coraje y la conciencia de cada cual.
Mucha historia queda por escribir a la Revolución martiana y fidelista.