Mi prioridad es concentrarme en aquello que mejore la calidad de vida de las personas, que las haga estar más sanas y ser más felices. Norman Foster (arquitecto británico)
La Habana, Cuba. – La Casa de las Tejas Verdes se consolida como un lugar para que los profesionales puedan mostrar los resultados de sus investigaciones. Este 12 de abril el espacio de la conferencia lo ocupó la graduada de Historia del Arte Catherine Roque González, que hizo la presentación “Pioneros del urbanismo en Cuba. La labor urbanística de Pedro Martínez Inclán en La Habana entre 1913 y 1935”. Este arquitecto es considerado el primer urbanista cubano.
Pedro gozó de un gran prestigio como arquitecto, pedagogo, columnista en medios de prensa y conferencias, además varios libros suyos tuvieron reconocimiento por la comunidad profesional del país. Fue profesor de la Universidad de La Habana, miembro de honor del Colegio Nacional de Arquitectos y miembro de la Academia Nacional de Arte. Obras suyas se edificaron en La Habana, Pinar del Río y Cienfuegos.
Ente sus construcciones más destacados se encuentran los edificios de las entonces facultades de Farmacia y Ciencias Comerciales, actualmente sede del rectorado de la Universidad y otras dependencias y el de la Escuela de Ciencias, actual Facultad de Matemática y Computación. Fue de los primeros arquitectos cubanos que asumió los códigos de la arquitectura moderna. Estableció el plan de la red primaria de avenidas y parques en La Habana, su guía fue la de dotar a la ciudad de espacios verdes.
El tiempo le dio la razón a Pedro Martínez Inclán, hoy una de las preocupaciones y ocupaciones más importantes de todos los planificadores urbanos es precisamente proporcionar a las ciudades suficientes espacios verdes que ayuden a combatir las olas de calor y paliar los efectos de la crisis climática.
Quizás puede decirse que su gran pasión no coronada fue la de crear un gran parque como centro de la ciudad, algo similar al Central Park de New York, el Hyde Park de Londres o el Parque del Retiro de Madrid, gran zona verde que estaría en el territorio que hoy ocupan la Plaza de la Revolución, la Universidad de La Habana, la Quinta de los Molinos y el Castillo del Príncipe y se ideó en el año 1918. Este proyecto no pudo materializarse entre otros factores, por la inexistencia de un marco legal adecuado y la falta de fondos del gobierno para pagar la expropiación a los dueños de las parcelas.
La actividad de Pedro Martínez Inclán se puede resumir en tres periodos: el primero desde su graduación hasta los años 30, en el que se interesa por su carrera como arquitecto y se introduce en la vida cultural; una segunda etapa hasta los años 40, en la cual adopta las tendencias del movimiento racionalista, en la que, proyecta los edificios de la Universidad de La Habana y cambia de manera radical desde el punto de vista artístico y conceptual, y un último periodo, hasta su muerte en el año 1957, donde se advierte la consolidación del cuerpo teórico de sus ideas, recogido en el Código del Urbanismo.
Esta investigación marca un hito, ya que no existían estudios sobre la vida de este destacado urbanista cubano. Se demuestra que es muy necesario realizar trabajos similares, que van en la dirección de llenar los vacíos existentes en la historia de la ciencia y la tecnología en Cuba.
La indagación realizado por Catherine Roque González merece el reconocimiento de la sociedad, por sacar del olvido a un hombre que dedicó su vida al desarrollo del país, en su caso particular desde la arquitectura y el urbanismo. No se puede cuidar y querer lo que no se conoce.