La Habana, Cuba. – La sorpresiva y contundente respuesta armada del movimiento palestino Hamás al Tel Aviv sionista este fin de semana, genera diversos juicios.
De un lado, los que quieren hacer olvidar que desde 1948 Palestina es ocupada por el sionismo a cuenta de masacrar a la población árabe, califican el hecho de crimen terrorista.
De otro, los más objetivos, aseguran que no hay acción sin reacción, y que no se puede apabullar ni someter al exterminio étnico por decenios a un grupo humano sin esperar un estallido de ira en cualquier momento.
Y lo sucedido en la Franja de Gaza hace apenas horas es justo la consecuencia inevitable de pisotear a la gente con todo un abominable derroche de prepotencia, brutalidad, indiferencia y desprecio, como quien trata con alimañas y no con personas y derechos ajenos.
Nulidad sempiterna
Un periodista israelí, Gideon Levy, escribía hace apenas horas que“no se puede encarcelar a dos millones de personas” en Gaza, asesinar, robar tierras, humillar y abusar, “sin esperar una reacción violenta”.
Y eso no debería perderse de vista a la hora de entender lo que hoy ocurre en el nuevo enfrentamiento entre palestinos y sionistas. Lamentablemente, es cierto, mucha gente inocente de ambos lados sufrirá las consecuencias.
De hecho el régimen de Tel Aviv jura que barrerá la Zona de Gaza. De manera que, sin dudas, opacar y manipular los antecedentes de cuanto acontece es persistir en dejar los motivos claves intactos y la puerta abierta a nuevas y peores colisiones.
Si hay culpas, la primera y vital es la de quienes rinden culto a la idea de que el despojo y la violencia son un válido altar.