La Habana, Cuba. – De inteligencia natural grande y valentía a toda prueba, calificó Fidel Castro a la manzanillera Clodomira Acosta Ferrals, la modesta campesina, mensajera y protagonista de múltiples hazañas desde su llegada al Ejército Rebelde con 20 años.
Revolucionaria en los aciagos días de la dictadura de Fulgencio Batista, se afilió al Movimiento 26 de Julio, y luego, en la Sierra Maestra, se incorporó como mensajera en la Columna Número 1 del Primer Frente.
Sus compañeros la recuerdan delgada, pálida y de temple brioso; cuentan que en dos ocasiones fue prisionera de soldados batistianos y no le importó arriesgarse en sus instalaciones para averiguar información útil.
Faure Chomón dijo de ella que era muy despierta, sensible e inteligente; Clodomira Acosta Ferrals nació el 1ro de febrero de 1936 en las altas serranías de El Cayayal.
Lidia y Clodomira
Clodomira Acosta y Lidia Doce fueron una dupla singular en el servicio de mensajería del Ejército Rebelde, con un trabajo ejemplar en cada misión confiada por Fidel Castro y Ernesto Guevara.
La última gestión las trajo a La Habana a entregar documentos, pero el 12 de septiembre de 1958 fueron delatadas mientras se encontraban junto a jóvenes revolucionarios en un edificio de la calle Rita, en el reparto Juanelo.
Allí, los soldados masacraron a Alberto Álvarez, Leonardo Valdés, Onelio Dampiel y Reinaldo Cruz, acusados del secuestro de la Virgen de Regla y el ajusticiamiento del chivato Manolo el Relojero.
Clodomira Acosta y Lidia Doce fueron llevadas a la Oncena y Novena estación; días después, moribundas, las colocaron en sacos, montaron en lancha al fondo del Castillo de La Chorrera, las hundieron en el agua y desaparecieron sus cadáveres.