La Habana, Cuba. – Las primeras coreografías del cubano Eduardo Blanco nacieron en un pequeño espacio del Gran Teatro de La Habana, hoy denominado Alicia Alonso, con una radio-casetera casi silente y solo una hora para los ensayos.
El emblemático escenario capitalino era una de las sedes en la década de 1990 de la Escuela Nacional de Ballet, ubicada, desde el 2000, en un imponente palacete de la calle Prado, entre Trocadero y Colón.
La institución acumula más de 60 años de historia en la preparación de figuras del arte danzario y bailarines dedicados a la enseñanza, dirigida, primero, por el maestro Fernando Alonso, uno de los fundadores del Ballet Nacional de Cuba, y luego, por la maestra Ramona de Saa.
La academia forma a los profesores y estudiantes de esa especialidad en la Isla, y a profesionales de naciones de América y Europa.