Por: Marilys Suárez Moreno

La Habana, Cuba. – Entre los altibajos de una pandemia y un bloqueo recrudecido, de pronto, nos sorprende el mes de Mayo, con una fecha símbolo para las familias cubanas.

El venidero domingo es el Día de las Madres, jornada de hondo regocijo que ninguna cubana o cubano digno pasa por alto, porque sirve de pretexto para hacerle llegar a cada mujer los parabienes merecidos por su maternidad perpetuada.

Y es justo que agradezcamos a las que cada día animan nuestra existencia, compartiendo avances y desafíos que la honran desde que un día de 1960 la Revolución decidió que salieran del ámbito hogareño y se convirtieran en lo que hoy son; soporte incondicional de los suyos y de todo el país. Mujeres capaces de alcanzar grandes metas y de salvar vidas y precaver en tiempos de cuarentena y aislamiento, como los que hoy vivimos.

Por eso hieren los sentimientos más profundos que se pretenda justificar cuantas fechorías indignas se les ocurran a los que allá, en el norte, pagan, escudándose en una fecha tan sagrada y pura para los hijos e hijas de esta tierra, como es el segundo domingo del mes de mayo.

Como se han encargado de anunciar por las redes sociales, los vende patrias de siempre pretenden utilizar el homenaje para a través de las plataformas sociales avivar odios y resquemores, lanzar mentiras, provocando actos vandálicos como los que anuncian para la víspera del domingo y que incluye manipulaciones de todo tipo. ¿Piensan acaso lo que hacen? ¿Imaginan que ese tipo de misiones y campañas orquestadas desde el exterior van a encontrar eco seguro en un pueblo que hace rato decidió su destino, que nunca ha conocido el miedo y que sabe cómo defenderse? Pero, por mínimo que sea el éxito en lo que pretenden hacer, ocasionarían gran dolor y sufrimientos a las madres de quienes defienden la vida conquistada y también a las madres de quienes incitan al odio extremo, siguiendo orientaciones de los padrinos y madrinas de bolsillos llenos, que les recitan, desde el Norte, las acciones encomendadas como tarea.

Artífices amados del devenir cotidiano, nadie como mamá para entregarnos el más inmenso de los amores, ese que vence tempestades y nos empapa del roció reparador de su presencia única y mitigadora. Como hijos e hijas tuyos que somos, madre cubana, sabemos que la felicidad para ti se haya en asumir con fuerza y sabiduría las situaciones límites, como las que hoy nos pone a prueba la pandemia de la Covid-19, sobreponiéndote y revirtiendo las experiencias adversas. Toda fuerza y amor. Y quizás te preguntes también, madre cubana, ¿por qué a esos que tanto le preocupan cómo enfrentamos la existencia los de esta Isla irredenta, sobreviviendo, resistiendo y avanzando, ante el acoso constante del Imperio, no les intranquiliza un ápice como tú, eje y soporte de la familia, conjugas tu papel formativo en hijos e hijas con la dinámica de una vida signada por un bloqueo de casi 60 años, recrudecido hasta límites insospechados hoy, y que hace que multipliques panes y peces para llevar a la mesa diaria, en medio de las actuales complejidades.

Si realmente pensaran en las madres cubanas, se sumarían al reclamo mundial de poner fin al injusto y cruel bloqueo. Por eso, a los que estimulan y provocan estos shows mediáticos, como el anunciado para la víspera del Día de las madres, lo mejor que hacen es atenerse a las consecuencias. Nuestras madres, nadie lo ponga en duda, disfrutarán de su día respetadas y amadas. Y eso es lo que cuenta.