La Habana, Cuba. – Es casi ocioso insistir en que aislar, perjudicar y desestabilizar a China resultan metas claves del gobierno de Donald Trump y los hegemonistas que le respaldan.

De ahí la guerra arancelaria, las campañas para culpar a Beijing de la pandemia de la Covid-19, las provocaciones en Taiwán y Honk Kong, entre otras acciones agresivas de Washington  contra la nación asiática. Y más recientemente debe añadirse a esa lista el intento de crear una suerte de “frente internacional anti chino”, en que deberían actuar los vilipendiados socios europeos de Estados Unidos y los gobiernos serviles de América Latina, entre otros compelidos a sumarse a semejante maniobra.

Sin embargo, lo que los personajes gringos involucrados en esta campaña han olvidado es que hoy China es un recio coloso global con una influencia decisiva.

Presiones al sur

Diferentes fuentes aseguran que, personalmente, el jefe de la diplomacia gringa, Mike Pompeo, se dedica a intentar que gobiernos afines de este hemisferio se sumen al cerco a Beijing, ignorando que China es hoy uno de los principales asideros económicos de nuestra área geográfica.

Así, ni siquiera el Brasil de Jair Bolsonaro o la Colombia de Iván Duque estarían cómodos con afectar sus vínculos con una potencia del rango de China, capaz de colosales niveles de importaciones y a la vez de sustanciales suministros a esas plazas y otras muchas en la región, en condiciones mutuamente ventajosas.

Porque lo cierto es que a cambio de afectar sus provechosos intercambios con Beijing, los que se decidan por complacer a la Casa Blanca no recibirán ni las gracias del prepotente poder regional que aspira a controlar los destinos de todos en este complicado planeta.

Etiquetas: -