
Madama, personaje de estos tiempos
La Habana, Cuba. – Por ahí viene esa Madama que, aunque pasa de cincuenta, va embutida en una licra donde sus carnes se aprietan comprimiendo celulitis y várices y manteca.
La blusita de tirantes le deja el ombligo afuera al poner al descubierto la barriga que le cuelga. Por arriba se desbordan arrugadas las empellas de omóplatos y de axilas, y la pechuga antiestética se desploma y precipita sin bridas que la contengan.
La dama cincuentenaria que quiere ser quinceañera, fuera modelo de Rúbens, y si Quevedo la viera le dedicara un soneto por ser tan verde y compuesta.
Todo es cuestión de autoestima, dice un sico-terapeuta; yo creo que de cultura, pues la cultura libera de las angustias banales y de las ansias superfluas, y aunque de seda se vista, la mona, mona se queda.