Por Teresita Jorge
María del Carmen Villar Buceta, una de las más valiosas cubanas de todas las épocas, nació el 25 de abril de 1899 en Corral Falso de Macuriges -actual Pedro Betancourt-, situado en el suroeste de la provincia de Matanzas.
La temprana muerte de la madre obliga a la niña, de once años de edad, a abandonar la escuela y a enfrentar la crianza de sus hermanos menores, las labores rutinarias y extenuantes de ama de casa, y la difícil conquista del pan en plena adolescencia.
La pobreza imperante en el hogar y el atraso cultural predominante en el entorno provinciano conspiraron contra sus apetencias de desarrollo intelectual, relatan las investigadoras Martha Rodríguez Cruz y Zoia Rivera en un trabajo sobre la insigne mujer.
Devenida una verdadera autodidacta, María Villar Buceta inició el cultivo de la poesía.
Joya de la lírica cubana
Alrededor de 1915 comenzaron a publicarse los primeros poemas de María del Carmen Villar Buceta, entre esos su soneto Desilusión, y poco después, la talentosa joven incursionó en el periodismo.
De la poetisa expresó Raúl Roa que María Villar Buceta, pura voz lírica en un ambiente impuro, se sumergió, como Martínez Villena, en la anónima y riesgosa gesta de la clase obrera.
La llegada al poder del tirano Gerardo Machado, marcó la incorporación activa de María a la vida política del país. Ella tomó de inmediato un puesto entre los jóvenes que combatían clandestinamente y se convirtió en una de sus más fervientes opositoras.
En 1927 fue publicado su libro de poesías Unanimismo, considerado una verdadera joya de la lírica cubana, que destaca la espiritualidad de la joven intelectual revolucionaria.
Una voz poética nueva
El libro Unanimismo fue dedicado por la autora, María del Carmen Villar Buceta, a Sarah Méndez Capote, quien subvencionó la publicación de la obra.
Enrique José Varona escribiría posteriormente una carta a Sarah para agradecerle por la impresión de Unanimismo. Gracias a su amistad sin par, podemos leer impresas las poesías exquisitas de María Villar Buceta, le dijo el insigne intelectual cubano.
Más tarde, este escribió personalmente a María para expresarle su admiración. Por primera vez me encuentro ante la poesía que surge de un corazón, como brota el agua de un manantial, le manifestó.
El libro, según Helio Orovio, produjo una sensación de cercanía espiritual, no exenta de cierta sorpresa ante una voz nueva, inmersa en lo cotidiano, extraordinaria en su sencillez, que tocaba las fibras más profundas y eternas del hombre.