Parecería que el argentino que llegó a Cuba a bordo del yate Granma, era sólo un combatiente. Un combatiente extraordinario. Y ese parecer no estaría errado.

Pero Ernesto Guevara era mucho más: un revolucionario imbuido de la historia del continente americano, y de Cuba en particular. Para corroborarlo bastaría repasar sus hechos de guerra, cuando junto a Camilo Cienfuegos llevó la invasión de Oriente a Occidente.

La táctica y la estrategia empleadas en esa campaña aprovechan muy bien las lecciones de Antonio Maceo y Máximo Gómez, en semejantes condiciones y propósitos.

Otros ejemplos ilustrarían el conocimiento profundo de lo cubano por parte de Ernesto Guevara. Sin embargo, la comprensión que el Che  tenía de José Martí, de sus pensamientos y obra, denotan la cubanía acendrada del argentino.

Honrar a Martí haciendo

Se debe recordar al Martí que habla y piensa hoy, acotaba Ernesto Guevara, con el lenguaje de hoy. Y agregaba: Las palabras del Martí de hoy no son de museo, son nuestra bandera de combate.

Que las nuevas generaciones, recomendaba el Che, pensaran en el Héroe como en algo presente, como estaba presente Camilo Cienfuegos. Porque a los héroes no se les puede separar del pueblo, no se les puede convertir en estatuas.

El héroe popular, acotaba certeramente el Guerrillero Heroico, debe ser algo vivo y presente en cada momento de la historia. José Martí, decía, había sido el mentor directo de la Revolución, el más grande, sabio y sacrificado de los cubanos.

Se puede honrar a Martí citando sus frases, frases perfectas y, además, frases justas. Y concluía el Che Guevara: Pero se puede honrar a José Martí en la forma que él querría que se lo hiciera cuando decía: El mejor modo de decir es hacer.

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