La Habana, Cuba. – En una ciudad de España llamada Vilaseca, municipalidad de Fonsagrada, provincia de Lugo, nació en 1899 José María López Lledin, más conocido como el Caballero de París.

Sus padres fueron dueños de una pequeña villa con viñedos donde producían vinos y aguardientes. De pequeño él era muy estudioso, y aunque solo fue a la escuela hasta la mitad del bachillerato siempre disfrutó de las buenas lecturas, la buena música y las comodidades, al extremo que le decían el rico de la familia.

Con solo 12 años, El Caballero de París llega a La Habana y se reúne con su tío, cuñado y una de sus hermanas. Por un breve periodo trabajó en la bodega de otro gallego, hasta que se fue de la casa de su tío para seguir su propio destino.

También trabajó como encargado de una tienda de flores, en una de libros, como sastre y en una oficina de abogados.

Legendario Caballero

Todos los relatos coinciden en que El Caballero de París perdió la razón cuando en 1920 fue arrestado y remitido a la prisión del Castillo del Príncipe en La Habana, por un crimen que no había cometido.

Hasta la actualidad se desconoce la causa por la cual fue acusado, aunque sí existen varias especulaciones sobre su encarcelamiento. Según Julio Lledín, un primo de él, todo comenzó por un robo de un billete de lotería falso que José vendió. Otra teoría es que ocurrió un asesinato y fue acusado injustamente del crimen.

Un famoso callejero, conocido como Bigote de Gato, relató que la esposa del dueño del hotel Habana, donde trabajó como dependiente José, se enamoró de él y el dueño celoso puso un billete de 20 pesos bajo su almohada y lo acusó de robo.

Pero como todo cuento que se convierte en leyenda, existen muchas historias que intentan darle una razón a la locura del Caballero de París. 

Famoso vagabundo

Sobre el Caballero de París hay muchas historias del origen de su apodo. En una entrevista él expresó que su sobrenombre había salido de una novela titulada Francesca.

También declaró que la gente lo comenzó a llamar así en la Acera del Louvre. Otros dicen que fue cuando trabajaba en el restaurante París y llegó un día diciendo que era un caballero, un rey.

Después de comenzar su enfermedad mental solía dormir en la esquina de Infanta y San Lázaro y no viajó más fuera de los límites de La Habana, solo desandaba por las calles del Centro de La Habana, el Vedado y Miramar.

Hoy, El Caballero de París sigue deambulando por las calles de la Habana Vieja, donde su figura de caballero medieval emplazada a la entrada del Convento de San Francisco de Asís revela el misterio de la identidad de ese místico personaje que es y será para siempre el vagabundo más famoso de La Habana.