La tragedia se apoderó de Cuba, un manto de dolor se ciñó sobre la Isla. La noticia de la caída de un avión en las inmediaciones del aeropuerto Internacional José Martí, de La Habana, conmocionó al mundo y en especial a familiares y amigos de los 113 pasajeros que se encontraban a bordo.

El viernes 18 de mayo perdurará en el recuerdo de cada cubano y sobre todo en los vecinos de los alrededores, que ante el estruendo y explosión acudieron a toda prisa al lugar por si alguien necesitaba ayuda.

A ellos rápidamente se unieron bomberos, ambulancieros, policías y las máximas autoridades del país y la provincia en busca de algún sobreviviente.

Solo 3 lograron llegar con vida al hospital General Calixto García, donde un equipo multidisciplinario inmediatamente comenzó a luchar por mantener sus corazones latiendo.

La tristeza toma vida

El dolor por la pérdida de tantas vidas humanas se arropó en el alma de la Isla y sobrevoló los mares que nos separan del resto del mundo.

Mensajes de condolencias comenzaron a llegar desde múltiples naciones, todos transmitiendo fuerzas a nuestro pueblo y a las familias de los extranjeros que volaban en la nave, entre ellos la tripulación de origen mexicano.

La tristeza individual se volvió colectiva y dejó traslucir la vulnerabilidad de los seres humanos.

En momentos como estos las palabras de aliento de poco sirven a quienes perdieron para siempre a un ser amado, en cambio la atención brindada por médicos, choferes, gastronómicos y autoridades del partido y el gobierno sirvieron para demostrarles, con hechos, que no están solos, que de alguna manera cada cubano lo acompaña en el escabroso sendero del dolor.