El Ejército Rebelde. Foto: cubadebate.cu

El Ejército Rebelde. Foto: cubadebate.cu

La Habana, Cuba.- Transcurría el día 5 de diciembre de 1956 y los expedicionarios del Yate Granma, encabezados por Fidel Castro, todavía se recuperaban de la dura travesía desde México. Los soldados, agotados por el recorrido desde los mangles de playa Las Coloradas, donde desembarcaron, se detuvieron en  Alegría de Pío para descansar, organizarse y trazar las estrategias venideras.

Pero a esas alturas, el ejército del dictador Fulgencio Batista ya se encontraba en la zona, pues conocía de la llegada de los Rebeldes. Los libertadores fueron sacudidos por ráfagas de fuego y en medio del desconcierto y la desesperación de los jóvenes decididos a vencer o morir, las tropas enemigas convocaban a la rendición.

En este escenario, el peor para que este joven e inexperto ejército se estrenara en el campo de batalla, los héroes demostraron su valía, y entre ellos destacó Juan Almeida Bosque. Cuando todo parecía perdido en medio del fuego, el eterno Comandante pronunció su histórica frase: ¡Aquí no se rinde nadie! Y efectivamente, así fue. El 1ro de enero de 1959 triunfó la Revolución.

Almeida nació en La Habana, el 17 de febrero de 1927, en el seno de una familia humilde. Pobre y mulato, sufrió en carne propia las penas más amargas que un país esclavo de intereses extranjeros, reserva para sus hijos menos favorecidos, por eso aprendió rápido el significado de la palabra justicia y desde muy joven se dispuso a luchar por ella.

Durante el Golpe de Estado del 10 de marzo de 1952 conoce a Fidel, a quien se une y sigue en las acciones del 26 de julio de 1953, por las cuales fue condenado a diez años de cárcel en El Presidio Modelo de la entonces Isla de Pinos, hoy Isla de la Juventud.

Debido a la presión popular para que liberaran a los moncadistas, en el año 1955 es excarcelado junto a sus compañeros, posteriormente parte hacia México y de allí regresaría junto a 82 hermanos de causa en el Yate Granma.

Como reconocimiento a sus osadías en el campo de batalla, el 27 de febrero de 1958 fue ascendido a Comandante del Ejército Rebelde y pasó a dirigir la columna Santiago de Cuba y en marzo de ese mismo año  dirigió el Tercer Frente Oriental Dr. Mario Muñoz Monroy.

A partir del año 1959 comenzaba otra intensa lucha, quizás más difícil que la contienda armada. Le tocaba a los rebeldes cumplir las promesas realizadas: garantizar techo, comida, salud y educación a un pueblo que llevaba décadas en oprobio sumido y encaminar una sociedad con “todos y para el bien de todos”, como la soñó el apóstol. En estas circunstancias, como tantas veces, estaba de pie, sin rendirse, Juan Almeida.

Fue elegido miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y de su Buró Político, diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular desde la primera legislatura y Vicepresidente del Consejo de Estado, además, fungió como presidente de la dirección nacional de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana.

Pero ningún nombramiento pudo opacar la humildad que exhibió durante sus 82 años de vida. Jovial, de mente fresca y palabras exactas, no olvidó sus raíces humildes y por eso, el pueblo cubano siempre le profesó un cariño sincero, además, Almeida, no solo era el Comandante, también era el compositor de melodías muy populares como La Lupe y Dame un traguito.

Entre el campo de batalla, la lucha por mantener y mejorar las conquistas y las notas de una guitarra, dejó un legado que a 7 años de su desaparición física, se mantiene como un ejemplo a seguir, porque aunque las circunstancias sean otras, hombres de sus principios, su inteligencia y su humildad, siempre son necesarios para construir la sociedad que queremos.

Escuche La Lupe en voz de Silvio Rodríguez: