Ante las manipulaciones imperialistas que alientan la exclusión de los países independientes y soberanos del continente, la integración en América Latina y el Caribe se fortalece.

La cercanía geográfica no es el único elemento que relaciona a nuestros países. Lazos históricos, culturales y retos comunes exigen cada vez más afianzar esa amistad, cooperación, consulta y concertación política, vías exclusivas para garantizar la estabilidad, la paz y la concordia en la región.

A esa marcha en cuadro apretado por el bienestar futuro contribuyó la XXI Cumbre de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América-Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP), que acogió La Habana el pasado viernes, para trazar estrategias de desarrollo comunes.

El respeto a nuestros principios

Nuestra región vive por estos días la acción nociva de la hegemonía estadounidense.

A no permanecer indiferentes ante esas turbulencias; a unir, dialogar y respetar; a defender con empeño y dignidad la América Nuestra, llamaron los jefes de Estado y de gobierno del ALBA-TCP en su XXI Cumbre.

En ese escenario se concretó la voluntad unánime de repudiar las exclusiones y el trato discriminatorio de Estados Unidos hacia las naciones que no invitó a la próxima Cumbre de las Américas.

También se demandó el respeto a los principios de soberanía, igualdad de derechos y libre determinación, así como el propósito de fomentar las relaciones de amistad, practicar la tolerancia y convivir en paz.

La unidad es una alternativa para defender la identidad y el acervo cultural de la región; eliminar barreras e incentivar la integración para el desarrollo sostenible.

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