En el centenario de la caída en combate de Ignacio Agramonte, el Comandante en Jefe Fidel Castro expresó que las consecuencias de su muerte fueron, naturalmente, incalculables. Constituyeron, dijo, un rudo golpe para los revolucionarios camagüeyanos y para todos los combatientes cubanos. 

Fue El Mayor jefe abnegado hasta su muerte en combate en los potreros de Jimaguayú, en Camagüey, el 11 de Mayo de 1873, con 32 años y ya trascendía por su patriotismo y disciplina.

Fue uno de los líderes de la guerra para independizar a Cuba, pues con solo 9 años, le marcó el alzamiento contra el dominio español de un grupo de principeños, liderados por Joaquín de Agüero.

Tal hecho influyó en la formación de la personalidad de Ignacio, unido a sus estudios en España y La Habana, donde se tituló de abogado y mostró públicamente sus criterios sobre la independencia.

Legado agramontino

Biógrafos de Agramonte, coinciden en que la educación laica y con carácter externo que recibió, incidieron en la formación patriótica de quien llegara a ser Mayor General del Ejército Libertador.

El patriota Manuel Sanguily escribió que Agramonte estudió las primeras letras en varios colegios de su ciudad natal, por lo que pudo recibir más la influencia de su honrada familia y en especial del carácter de su padre, hombre de mucha energía y firmeza.

A su regreso a Santa María del Puerto del Príncipe para ejercer la carrera y casarse con Amalia Simoni, se vinculó a quienes conspiraban contra la Colonia y preparaban el alzamiento para conquistar la libertad con las armas.

La acción de Carlos Manuel de Céspedes en el 68, encontró eco en los camagüeyanos. Agramonte a pocos días se incorporó a las filas insurrectas y comenzó para él un ascenso constante en favor de la Patria.