Meses antes del histórico asalto al cuartel Moncada, Fidel y Ernesto Tizol andaban en busca de un lugar tranquilo y alejado que sirviera como cuartel general al grupo de combatientes.

El plan para el asalto había sido elaborado en completo secreto y solo Fidel y unos pocos compañeros de la dirección del Movimiento, entre ellos Renato Guitart, Elpidio Sosa y Tizol estaban al tanto.

Era importante encontrar un sitio idóneo. Una casa de mampostería pintada de blanco, con la punta de las estacas en rojo y flanqueada desde el corredor hasta el portal, de arecas, fue la escogida.

Se llamaba Villa Blanca y se ubicaba en la carretera de Siboney, por lo que Fidel y Tizol la consideraron idónea. Abel Santamaría fue presentado como el supuesto dueño de la granja de pollos que pensaban establecer allí.

Granja y cuartel general

Abel se ganó el respeto de los lugareños, y como encargado de la granja de pollos ordenó la construcción de gallineros con el frente cerrado hacia la carretera, lo que facilitaba ocultar los autos de los asaltantes.

Después le hicieron un brocal al pozo seco, lugar escogido para esconder las amas. Así se fueron preparando las distintas estancias de la finca que serviría como cuartel general a los asaltantes, rebautizada luego como Granjita Siboney.

Tizol permaneció allí preparando las condiciones para la llegada de los combatientes. Parte de la documentación y de las armas arribaron a Santiago procedente de La Habana por ferrocarril, en cajas de alimentos para aves.

Transportados a la finquita, eran escondidos en el pozo a la espera de los distintos grupos, los que fueron llegando por disímiles vías a Santiago.

Mandato histórico

Fidel entró en Santiago de Cuba hacia la medianoche del 25 de julio. Se había detenido en Bayamo para impartir las últimas instrucciones a los jóvenes que asaltarían el cuartel Carlos Manuel de Céspedes.

A la hora de la partida, Fidel, en la sala de la granjita, se dirigió a sus compañeros, entre ellos Haydée y Melba. Les dijo:”Podrán vencer o ser vencidos, pero de todas maneras, compañeros, este Movimiento triunfará”.

Abel tomó la palabra: “Lo que pase en el Moncada se sabrá algún día, la historia lo registrará y nuestra disposición de morir por la Patria será imitada por todos los jóvenes de Cuba”.

Después, un coro de emocionadas voces entonó el Himno Nacional. Esa madrugada fundadora, el 26 de Julio, se insertaba para siempre en la historia, y empezaba su tránsito triunfal la Revolución Cubana.