Por: Luis Enrique Oramas

Una frase bien conocida por todos los cubanos nos enseñó que si queremos lograr que los demás acaten sin dudar lo que señalamos, debemos: predicar con el ejemplo.

La sentencia viene a colación cuando en esta capital abordamos algún ómnibus urbano que proliferan en nuestras vías y donde el máximo responsable de la disciplina es el que lo conduce; aunque no sea él, precisamente el dueño.

En no pocas ocasiones nos recibe al subir la música alta o un chofer que se deleita con un cigarrillo sin pensar de que es su deber insistir a todos los que utilizamos ese medio de transporte público, que no se debe fumar por la molestia y el daño que causamos a otros pasajeros.

Los recorridos más largos en esta capital de todos los cubanos, no sobrepasan la hora y media; por lo que debemos exigir a estos transportistas que se abstengan del nocivo vicio por ese tiempo para así, poder predicar con el ejemplo.