La frustración del ideal martiano de república independiente conllevó a que la lucha de los cubanos por su soberanía continuara.

La intervención imperialista de Estados Unidos frustró la victoria del ejército mambí, sin embargo no cesó la batalla por la revolución porque jóvenes del siglo XX en su primera mitad, y luego en la segunda, siguieron enarbolando la antorcha emancipadora, y en 1959, bajo la guía de Fidel, Cuba se alzó con su libertad.

Durante todo el proceso revolucionario, los cubanos mantuvieron una destacada tradición constitucionalista, que se concretó en cada una de las etapas de lucha.

Guáimaro marcó el primer paso, le siguieron la de Baraguá, Jimaguayú, la Yaya, la de 1902, la del 40 y la de 1976.

Con el espíritu de Guáimaro

En esa gran tradición constitucionalista de las distintas etapas históricas, merece especial atención la carta de Guáimaro, que fue la primera en 1869.

En ella se planteaban novedosas proyecciones democráticas, libertadoras y antiesclavistas, y lo más importante: proporcionó una adecuada base programática a la naciente Revolución.

La jornada democrática del próximo 24 de febrero cierra un arco histórico en el año en que celebramos el aniversario 150 del magno texto mambí y será un tributo a aquellos iniciadores que dieron su vida por la consecución de unos hermosos ideales que ahora refrenda la nueva constitución.

Ese día, como afirmó nuestro presidente Miguel Díaz-Canel en diciembre pasado, daremos un Sí a la Revolución, a la soberanía e independencia de la Patria, a la unidad