La Habana, Cuba. – En Zurich, el 13 de enero de 1941, a los 59 años, falleció de peritonitis uno de los más controvertidos y grandes novelistas del siglo XX: el irlandés James Joyce.

Autor de libros de poesías, como Chamber Music y Pames Penyeach, de las narraciones Dubliners, el drama Exile y las novelas Ulises, Retrato de un adolescente, su obra se caracterizó por un difícil inglés y un simbolismo a toda prueba.

Escritor representante del modernismo anglosajón, el crítico español Eduardo Lago dijo de él que llevó a la prosa en lengua inglesa al límite de las posibilidades, sometiéndola a la mayor renovación de toda su historia, y calificó de prodigioso su verbo. James Joyce después de muerto asombró, en M1992, cuando se descubrieron siete cuentos inéditos dedicados a su mujer, Nora Barnade.

El escandoloso Ulises

El más renombrado libro de James Joyce es Ulises, texto por el que fue vetado en muchos países e, incluso, acusado de inmoral y obsceno.

Novela larga, relata un día en la vida de los esposos Bloom y su hijo, personajes solitarios y patéticos; la obra concluye con un monólogo interior de cincuenta páginas, sin interrupciones de puntos.

Dicen que James Joyce escribió Ulises con letra casi ilegible y, en las pruebas de imprenta corregidas a pura memoria, adicionó unas 100 mil palabras a la edición príncipe de mil ejemplares, facilitada por la norteamericana Sylvia Beach; por esa obra se le considera el más grande novelista del siglo XX.

Para el escritor Jorge Luis Borges, Joyce fue uno de los primeros narradores de su tiempo, y afirmaba que en el Ulises hay sentencias y párrafos que no son inferiores a los más ilustres de Shakespeare o de Sir Thomas Browne