La Habana, Cuba.- El Central Isabel, de Media Luna, en la región oriental, vio nacer el 9 de mayo de 1920 a la intrépida combatiente revolucionaria Celia Sánchez Manduley. Esa valerosa mujer fue de las primeras cubanas en empuñar las armas para ayudar a construir la Revolución.

En diálogo con Norma María Ruiz Santa María, amiga muy cercana de Celia, expresa a la Revista Semanal que aunque ella aún era muy joven cuando murió la heroína, nunca olvidará el gran amor que siempre le brindó.

Su vasta y extensa obra, su carácter y su personalidad humanista, siempre al lado de los más pobres, desposeídos y vulnerables, explica Norma, hace que cuando los cubanos escuchamos el nombre de Celia Sánchez Manduley nos venga el recuerdo de aquella digna cubana.

Ella –agrega nuestra entrevistada- nos dejó los mejores valores de su personalidad

Generosidad de mujer

Para Norma María Ruiz Santa María, Celia fue mucho más que una valiente heroína, capaz de disfrazarse de embarazada o de arrastrarse entre las espinas de un marabuzal para burlar una atroz persecución.

La recuerda modesta, discreta,  sin afán ninguno al protagonismo. Nos cuenta Norma que era para sus amigos, familiares y personas más cercanas una especie de ángel de la guarda.

Su simpatía, amor y afecto vehemente a las causas justas, enfatiza, hacen imposible que el mito de la guerrillera eclipse a la Celia humana. Ella nunca olvidó a la gente de su pueblo, a los guajiros de la Sierra, no creo que nadie quedara borrado en su premiada memoria, puntualiza Norma.

No se le pasó nada por alto, se preocupaba y se ocupaba por los problemas que pudiera tener desde la persona más importante del mundo, hasta la más humilde.

Flor autóctona de la revolución

Norma María Ruiz Santa María, amiga de Celia Sánchez Manduley, expresa a la Revista Semanal que el espíritu intuitivo y visionario de la combatiente fue lo que hizo posible que hoy contemos con  una historia escrita en blanco y negro.

Celia es Revolución, ella cargó la historia en la mochila para que quedara a las futuras generaciones,  asevera.

Siempre se dio cuenta que era necesario preservarla de la forma que fuera, de ahí su preocupación por recopilar todo lo relacionado con el proceso revolucionario, incluso con las luchas de  independencia en la etapa colonial, para ulteriormente fundar la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado.

Por tal razón, declara Norma, cuando se recuerda a Celia, sentimos que además de una valerosa heroína, con una personalidad  tierna, sensible, apasionada  y humana, nopodemos dejar de llamarla como la definiera Armando Hart Dávalos: una autóctona flor de la Revolución.