Por: Teresita Jorge

La Habana, Cuba. – El Cementerio Cristóbal Colón, de la capital cubana, encierra joyas arquitectónicas que guardan numerosos secretos. Entre éstos el amor de Catalina Lasa y Juan Pedro Baró, figuras acaudaladas de principios del siglo XX.

Él construyó para su amada una casona elegante, ejecutada por los prestigiosos Govantes y Cabarrocas, autores del Pabellón de Cuba en la Expo Iberoamericana de Sevilla.

El jardín fue diseñado por Forestier, responsable del sevillano parque María Luisa. El arquitecto y escritor Mario Coyula, en una novela sustentada en la pasión de Catalina y Baró, revela que la mansión fue inaugurada en 1926. 

Catalina había abandonado a su esposo por Juan Pedro Baró, lo cual constituyó un escándalo, por lo cual la pareja se ausentó un tiempo de Cuba, de viaje a Europa y Nueva York.

La flor que no murió

El amor de Catalina Lasa y Juan Pedro Baró fue uno de los mayores escándalos de su época. La fastuosa mansión, devenida actualmente Casa de la Amistad, en la capital cubana, sirvió muy poco tiempo de nido de amor a la pareja, ya que Catalina Lasa falleció en París, en 1930.

El amor de Baró por ella había sido algo extraordinario. Años antes de su matrimonio le regaló una rosa creada especialmente para ella. La rosa Catalina es un fruto del cruce de una variedad húngara con otra cubana, amarilla de tonos rosados.

Catalina fue sepultada en el panteón art decó que edificado con mármol de Carrara hizo edificar Baró para su amada.

A pesar del tiempo transcurrido permanece intacta la leyenda de un amor que la rosa Catalina hace recordar a quienes conocen la historia de esta gran pasión.