Por: Gardenia Companioni

Hace dos décadas falleció, un 10 de marzo, el reconocido artista ecuatoriano de la plástica Oswaldo Guayasamín, nacido el 6 de julio de 1919, en Quito, de padre indio y madre mestiza.

Su aptitud artística despierta antes de los ocho años, cuando hace caricaturas de maestros y compañeros de aula. Todas las semanas renueva los anuncios de la tienda de su madre y vende algunos cuadros hechos sobre trozos de lienzo y cartón, con paisajes y retratos de estrellas de cine.

Contrario a los deseos del padre, Oswaldo ingresa en la Escuela de Bellas Artes de Quito. Era la época de la “guerra de los cuatro días” en la que muere su gran amigo Manjarros, acontecimiento que inspiró su obra “Los niños muertos”, la cual marcó su visión de la gente y la sociedad.

Continúa sus estudios y obtiene el diploma de pintor y escultor, tras estudiar también arquitectura.

La opresión a los pueblos, siempre en sus obras

Muy pronto Oswaldo Guayasamín despierta la polémica en la crítica especializada de las artes, en su afán de denunciar el horror a que era sometido el hombre.

Su primera exposición en Quito provoca un escándalo por considerarse un enfrentamiento con la exposición oficial de la Escuela de Bellas Artes.

Sin embargo, Nelson Rockefeller, impresionado por la obra, compra varios cuadros y ayuda a Guayasamín en el futuro, quien permanece en Estados Unidos durante un año hasta que viaja a México, donde conoce a Orozco que lo acepta como ayudante.

Entabla amistad con Pablo Neruda y un año después viaja por diversos países de América Latina, donde encuentra  una sociedad indígena oprimida, temática que, desde entonces, aparece siempre en sus obras.

En 1971 es elegido presidente de la Casa de la Cultura Ecuatoriana.

Retrato de Fidel, uno de los más famosos

La extensa obra de Oswaldo Guayasamín ha sido expuesta en las mejores galerías del mundo. Mantuvo una gran amistad con nuestro eterno Comandante en Jefe Fidel Castro y con el escritor colombiano Gabriel García Márquez.

Creó la Fundación Guayasamín, en Quito, a la que donó su obra y colecciones de arte pues la consideró patrimonio de los pueblos. Fue miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, de España, y miembro de honor de la Academia de Artes de Italia.

En la década del 80 el Aeropuerto de Barajas inauguró un mural de 120 metros, elaborado con acrílicos y polvo de mármol, que Guayasamín dedicó a España e Hispanoamérica.

Cuantiosos fueron los retratos a figuras mundiales, entre ellos, al Rey Juan Carlos y a Fidel Castro; este último famoso por la extensión de los dedos que se aprecian en las manos.

Denuncia constante

Para Guayasamín la pintura era un recurso de denuncia constante. En agosto del 88 entregó al Congreso ecuatoriano un inmenso mural inaugurado en la toma de posesión del presidente Rodrigo Borja.

En la obra aparece un rostro «cadavérico»: un casco nazi con las siglas CIA, en alusión a la Agencia Central de Inteligencia norteamericana, lo cual fue rechazado por el representante de Estados Unidos.

También donó a la UNESCO, en París, un mural dedicado a los millones de niños que mueren cada año de hambre en el mundo. Famosa es su segunda serie de envergadura titula La edad de la ira, compuesta por 260 obras que reflejan el drama y la tragedia del hombre de nuestro tiempo, muestra que fue exhibida en varios países.

Cuantiosa fue la obra de Guayasamín como los reconocimientos internacionales. Falleció en Estados Unidos tras una operación de la vista.