La Habana, Cuba.- Poco se conoce del joven Fidel antes de las acciones del 26 de julio; sin embargo, varias fotos ilustran su presencia en momentos cruciales de la República.

En marzo de 1949 una afrenta al Apóstol hizo hervir la sangre de los cubanos. Marines estadounidenses invadieron bares y prostíbulos, armaron camorras y sonrojaron a las mujeres, pero no les bastó. 

Alrededor de la 9 de la noche un grupo de la tripulación del barreminas Rodman deambulaba, en vaivén etílico y grosero, por el paseo del Prado y al llegar al Parque Central treparon la estatua de José Martí en una irrespetuosa competencia por alcanzar la cima.

En ese populoso espacio capitalino, muchos fueron testigos de la escalada y exigían a gritos que bajaran. Hubo desafíos, riñas, puñetazos y marinos regados por el suelo. Aparecieron 3 o 4 policías que hicieron sonar sus silbatos sin lograr poner orden.

Lamentable incidente

Varios de los que protestaban terminaron heridos hasta que las fuerzas represivas sometieron al grupo de vándalos. Marinos y policías fueron escoltados por un pueblo enardecido hasta la Sección de Turismo de la Estación de Policía. 

Al día siguiente, los dirigentes de la FEU Fidel Castro, Alfredo Guevara, Lionel Soto y Baudilio Castellanos, estudiantes y el pueblo se concentraron en la Plaza de Armas frente a la Embajada norteamericana para protestar por tamaña afrenta y exigir que los culpables fueran juzgados por los tribunales cubanos.

Nuevamente los policías arremetieron contra los manifestantes y les infligieron graves golpeaduras, en un capítulo que culminó con la absolución de los marines y que fuera calificado por el gobierno de Carlos Prío y la diplomacia estadounidense como un «lamentable incidente».

Desde entonces, el joven Fidel forjó su pensamiento revolucionario.