Muricio Macri y Michel Temer. Foto: Tomada de TeleSur

Muchas veces se ha dicho que la peor propaganda contra la derecha latinoamericana proviene de su propia actuación.

De manera que en los últimos tiempos, cada vez que los segmentos oligárquicos logran hacerse de algún gobierno nacional, sus actos sucios y desvergonzados terminan muy pronto por revelar la mentira de las consignas de corte populista con las que lograron timar a incautos y confundidos a la hora de acudir a las urnas.

En Argentina, por ejemplo, el empresario Mauricio Macri es un caso notorio en ese sentido. Como presidente de esa nación, ha hecho que se multiplique el desempleo, crezca la pobreza, e incluso se entregue a manejos sucios como la condonación de una deuda de más de 4 millones  de dólares de su familia con el Estado, a través de la empresa Correos Argentinos.

Un vecino similar

Otro repudiado presidente de derecha, el brasileño Michel Temer, que accedió al gobierno por un golpe de estado contra la mandataria Dilma Ruséf, tiene también su expediente de notorias barbaridades.

Una de las primeras, recién llegado a su usurpado cargo, fue la congelación de gastos públicos por dos décadas, lo que apunta directamente contra las familias menos favorecidas de Brasil.

Más recientemente, y en una decisión que satisface las ambiciones de grandes empresas nacionales y extranjeras, decidió abrir el 65 por ciento de la Amazonía a la explotación por tales consorcios, en un serio golpe no solo a la biodiversidad nacional, sino a un área que se considera el mayor pulmón del planeta por el oxígeno que proporcionan a la naturaleza sus extensas selvas

Un dúo fatal

Lo cierto es que Mauricio Marci y Michel Temer bailan al mismo son. Ambos son personeros locales, netos oligarcas, al servicio de los grandes intereses transnacionales que regentean buena parte del planeta y aspiran al trono supremo.

De hecho, Macri y Temer hasta trabajan en conjunto en los planes por destruir los avances populares de América Latina y el Caribe.

Ahí están sus esfuerzos conjuntos por desfigurar entidades integracionistas como el Mercado del Sur (MERCOSUR), intentando subordinarlo a los mecanismos neoliberales vigentes.

La idea de semejante binomio es, por tanto, retrotraer a nuestra región a los días de dependencia absoluta con respecto a los grandes centros capitalistas, convertidos entonces en dueños absolutos de nuestras riquezas y nuestros destinos.