La Habana, Cuba.-  De los tres a los cinco primeros años de vida el amor y apego de la madre son determinantes para el desarrollo del hipocampo, un área del cerebro del niño que interviene en procesos como la memoria, el aprendizaje, la orientación espacial y la gestión de las emociones.

Un estudio realizado por científicos de la Escuela de Medicina de la Universidad de Washington en St. Louis, Estados Unidos, ha descubierto que los menores que habían mantenido una relación más intensa y afectuosa con sus madres durante la etapa prescolar presentaban un mayor crecimiento en el hipocampo.

Los investigadores analizaron el desarrollo cerebral de unos 130 niños desde su edad prescolar hasta el inicio de la adolescencia, y comprobaron que los menores que disfrutaron de un vínculo amoroso con sus madres tenían un favorable desarrollo de sus cerebros.

Beneficios de la afectividad

Con el fin de medir la calidad del afecto materno hacia sus hijos, los investigadores realizaron numerosas pruebas.

Una de ellas consistía en dar al niño un regalo que solo podría abrir cuando sus madres finalizasen una tarea que les asignó.

Las que terminaron dicha tarea comportándose de forma amorosa con sus pequeños tuvieron mayor puntuación que aquellas que descuidaron la atención a sus hijos.

Cuando esos menores llegaron a la adolescencia, los expertos les realizaron una resonancia magnética y vieron que el tamaño del hipocampo de los del primer grupo era hasta el doble que el de los niños del segundo grupo, lo que demuestra los beneficios de la crianza con apego.

Explicaron que los tres primeros años de vida son determinantes para que el niño consolide su autoestima, y a partir de los cinco el impacto de los vínculos emocionales es menor pues la plasticidad cerebral disminuye y algunas características de su personalidad ya se han consolidado.

 

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