La Habana, Cuba. – Desde el 11 de marzo, cuando Cuba debuta con la Covid-19, gigantescos han sido los esfuerzos para frenar y controlar la agresiva pandemia.

El Estado y el gobierno han desplegado empeños enormes, y el pueblo se ha sumado para contener el nuevo coronavirus, frenar los contagios y evitar el luto en múltiples familias.

Son extraordinarios la voluntad, energías, arrojo, desvelos de nuestros médicos, enfermeros, laboratoristas, personal de limpieza, que en cada frente de esta batalla desdoblan sus esmeros con el ineludible objetivo de yugular al SARS-COV-2. Se suman las numerosas instituciones que han aportado desde la ciencia lo mejor de sus avances para salir de esta situación epidemiológica.

Entonces, ante tanta voluntad es inadmisible, impropia e injusta la actitud de quienes burlan las medidas sanitarias y hacen retroceder los logros del país para salvar vidas. 

Responsabilidad y exigencia

Cuando parecía que le dábamos la estocada definitiva a la Covid-19, ha habido un retroceso que ha disparado nuevamente los positivos, casos activos, sospechosos e ingresos.

Claras están las causas: la indisciplina social, identificada en aquellos que celebran fiestas, se integran a aglomeraciones, no usan el nasobuco y no siguen la debida higiene.

Son personas que carecen de la percepción del peligro que asecha a todos por igual, y no apreciarlo pone en riesgo la vida de muchos y echa por tierra los colosales esfuerzos del país.

Se impone el autocuidado, el estricto cumplimiento de las medidas sanitarias dictadas.

Lo ha dicho el doctor Francisco Duran: No permitiremos que la irresponsabilidad ponga en riesgo la salud. Hay que extremar la exigencia. Aquí hay un gobierno de pueblo y cubanos que en su mayoría seguirán sin cansancio en la batalla hasta vencer al virus.