La Habana, Cuba. – De ardiente profeta de la aurora lo calificó el Che Guevara. Para muchos es el Martí de estos tiempos.

Cuando se repase la historia de Cuba habrá que reconocer por siempre la obra y la personalidad de este hombre que sacudió conciencias y mostró los caminos para fundar una Patria nueva.

Por siempre su pueblo lo llamará simplemente Fidel. O el Comandante, el eterno rebelde que se propuso dar continuidad a la Revolución inconclusa de nuestros próceres independentistas, y con su genio político y militar -contra viento y marea- llevó adelante esta gran proeza de los cubanos. Su vida, larga e intensa, ha sido lección de coherencia ideológica, fuerza ética, humanismo y brillantez intelectual.

Una obra que defender

Desde muy joven, con fuerza telúrica, entró Fidel en la historia de Cuba y del mundo, con su pensamiento revolucionario, descolonizador, antimperialista.

Libró combates con las armas, y muchos otros -tal vez más cruciales- en los campos de batalla de la educación, la salud, la ciencia, la cultura, el medio ambiente.

Político excepcional, siempre apegado a las masas, Fidel ha sido la brújula de Cuba en un camino asediado a cada paso.

Pero el rumbo y los ideales socialistas siguen siendo los mismos. Sus enseñanzas están en cada acto heroico y solidario de un pueblo que sabe de libertades y  de resistencia, y hoy se afana por hacer avanzar aún más su gran obra: esta Revolución martiana y fidelista.

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