Bakú, Azerbaiyán.- La enfermera intensivista cubana Ana Sardina, integrante del contingente Henry Reeve que lucha contra la COVID-19 en Bakú, Azerbaiyán, afirma que ni el intenso frío, ni las barreras idiomáticas logran amilanar el deber de salvar vidas.

Sardina asegura que nunca en sus años de labor vivió una experiencia tan dura, porque constata a diario la desolación y el dolor causados por la pandemia a los enfermos tan necesitados de su atención.

La enfermera relata que nunca vio a tantas personas morir en cuestión de horas, lo mismo por déficit de oxígeno o de camas, vio hijos desesperados tratando de comprar máscaras para ventilación no invasiva a precios exorbitantes.

La miembro del contingente cuenta que pacientes, médicos y paramédicos los abrazan y agradecen en español, inglés, ruso y azerí, piden tomarse fotos con los médicos, verlos salir de la terapia es lo más bonito que esa enfermera cubana ha vivido.