La Habana, Cuba.- Ocho de Julio de 2016. El General de Ejército Raúl Castro Ruz, Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba (PCC) y Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros en su discurso en el VII Período Ordinario de Sesiones de la Octava Legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular expresaba:

En diciembre del 2015 expliqué que se proyectaban limitaciones financieras como consecuencia de la disminución de ingresos en nuestras exportaciones por la caída de los precios en los rubros tradicionales, así como afectaciones en las relaciones de cooperación mutuamente ventajosas con varios países, en particular con la República Bolivariana” (…) afirmaba el presidente.

Además, agregaba, “(…) A lo anterior se añade una determinada contracción en los suministros de combustible pactados con Venezuela, a pesar de la firme voluntad del presidente Nicolás Maduro y su gobierno por cumplirlos. Lógicamente ello ha ocasionado tensiones adicionales en el funcionamiento de la economía cubana”,

En las horas siguientes a esta alocución no había otro comentario en las calles, las personas se reunían para compartir sus libérrimas interpretaciones de las palabras de Raúl. En cada debate se rememoraba el fantasma de la crisis económica de los años 90, conocida como Periodo Especial.

Hubo reacciones diversas, pero quizás la más evidente fue la de los transportistas privados, conocidos en el argot popular como boteros, fundamentalmente los que operan en la capital del archipiélago. Los taxistas, aprovechando el escenario que dejaron las palabras del presidente cubano, abrieron la Caja de Pandora, a la que desde el día 30 de junio, cuando comenzaron las subidas de los precios, se le había aflojado la cerradura del candado.

Los precios del pasaje –ya de por sí bastante elevados- subieron estrepitosamente y en ese contexto las autoridades provinciales y nacionales afirmaban que “las condiciones no han cambiado para que se eleve el costo de la transportación de pasajeros debido a la estabilidad del precio del combustible en el país”.

Al final, los hechos están a la vista de todos. Los boteros incrementaron los precios “históricos”. La Dirección General de Transporte, con el apoyo de otras entidades, tomó rápidas medidas y los choferes respondieron, algunos de ellos no prestando el servicio, y la mayoría acortando los tramos de su recorrido. Ahora, unas semanas después, se ha estabilizado la situación, pero la gente continúa denunciando irregularidades de los transportistas.

La solución definitiva, aunque ya se encuentra en estudio, todavía no está, y mientras tanto, es indudable que la población necesita de los boteros porque el transporte estatal no suple las necesidades. ¿Usted se imagina La Habana sin boteros?