Por: Herminio Reynaldo Reyes

Pasarán los años, serán escritas muchas páginas en la historia de la mujer cubana, pero en ella aparecerá siempre la huella imborrable de Vilma Espín Guillois, fundadora de la Federación de Mujeres Cubanas, FMC.

Muy unida a la Revolución, esta heroína acarició con su sonrisa la palabra mujer, y le confirió la ternura y pasión de una madre inmensa, que no durmió tranquila ante los peligros de los hijos de la nación.

En la clandestinidad y la guerrilla como combatiente del Ejército Rebelde, Vilma Espín es considerada una de las mujeres más excepcionales de la Revolución, caracterizada por la extraordinaria vocación martiana.

Desde joven asumió posiciones patrióticas y su vida estuvo ligada a las mejores causas de la Revolución.

El 23 de agosto de 1960, por encargo del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, encabezó la unificación de las mujeres cubanas.

Su quehacer en defensa de los humildes

Vilma Espín, luchadora por la emancipación de la mujer y los derechos de la niñez, la juventud y la familia. Su quehacer en defensa de los humildes trascendió fronteras como Vicepresidenta de la Federación Democrática Internacional.

La valiente colaboradora de Frank País en la clandestinidad, la amiga inquebrantable de Fidel Castro, y la compañera en vida de Raúl Castro, consagró 47 años de su fecunda obra a la organización femenina.

Vilma Espín materializó numerosas aspiraciones de la mujer cubana, que hoy son vitrinas de los resultados alcanzados por Cuba. Así era aquella mujer, un huracán de ideas que a su paso dejaba la certeza del deber cumplido.

Su coraje y determinación están sembrados en cada mujer cubana, que tienen ante sí el deber de continuar enarbolando las ideas que Vilma dejó cimentadas en la historia de la Patria.