A su alrededor, sus amiguitos corrían detrás de la pelota. Pero él permanecía sentado, casi sin moverse, viendo cómo se divertían. Tenía deseos de compartir aquel juego, pero una fuerza interna lo mantenía pegado al banco del parque.

La timidez puede considerarse un trastorno psicológico que frena el normal desarrollo del niño en sus relaciones con los demás.

Generalmente se agudiza cuando el pequeño va a la escuela. A pesar de ser una de las problemáticas infantiles que con más frecuencia es tratada por los especialistas, posiblemente, según el criterio de los propios psicólogos, sean muchos más los casos que nunca son vistos, aunque presenten las mismas o más severas manifestaciones.

El  tímido se refugia en sí mismo para encontrar aislamiento y soledad.

Vencer la timidez

Las investigaciones demuestran que más del 20% de los infantes nacen con una predisposición a la timidez.

Sin embargo, en opinión del psicólogo Miguel Roca, posiblemente sean muchos más los casos de niños y niñas que nunca son atendidos, aunque presenten las mismas o más severas manifestaciones, que aquellos que acuden a las consultas por otros trastornos de la conducta.

El tímido es un niño dócil y cumple con lo que de él se espera. Por lo general se muestra silencioso y hasta se le “traban” las palabras o tartamudea” cuando habla, pues siente ansiedad y miedo a quedar mal.

Tampoco levanta la vista para mirar cara a cara, pues teme ser censurado. ¿Cómo pueden ayudar los padres a dar confianza a su pequeño?

Con palabras, ejemplos y,  con experiencias que le demuestren que es un niño tan normal como los otros.

Con la guía de los padres

Desde el punto de vista social, los padres deben evitarle al niño la compañía de otros tímidos y de los fanfarrones y propiciarle que se reúnan con amiguitos comprensivos, que con sus actitudes lo estimulen a vencer los temores y a convertirse en un  niño alegre y extrovertido. La seguridad y la confianza en un niño se forman a través del reconocimiento permanente de sus padres.

Aquellos que son excesivamente rígidos, los que no saben demostrar afecto y ternura, probablemente formarán niños inseguros y con temores.

Y si bien la falta de cariño daña, la sobreprotección también crea inseguridad y fortalece la timidez. Una atención a tiempo permitirá su desarrollo armónico.

Lo importante es no devaluar su comportamiento y reforzar su valor como persona capaz. Y para ello, los más seguros guías son los padres.

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