El 8 de mayo de 1935, cayeron asesinados por una delación, dos líderes revolucionarios: Antonio Guiteras Holmes y su entrañable compañero de luchas, el venezolano Carlos Aponte.

Poco antes de sucumbir acribillados a balazos, el venezolano le dijo a Guiteras “Antes de rendirnos, nos morimos”. “Nos morimos, respondió el joven cubano”.

Ambos fueron muertos en desigual combate cuando intentaban zarpar con el propósito de organizar una expedición en el exterior y retornar a Cuba para reiniciar la lucha.

El Morrillo, una pequeña fortaleza colonial asentada en aguas de la bahía matancera  fue el lugar del crimen de Guiteras y Aponte, que trascendió a la historia por la vertida sangre generosa y las ideas defendidas por ellos.

El revolucionario Guiteras

Nacido en Filadelfia, el 22 de enero de 1906, Antonio Guiteras se inició joven en la vida política cubana. Lo hizo formando parte del Directorio Estudiantil y firmando el Manifiesto en que se denunciaba las obras entreguistas de Machado al imperialismo.

Tras la huelga general de agosto de 1933 que derrocó al tirano, y el surgimiento de la Pentarquía, Guiteras pasó a formar parte del gabinete con los cargos de Secretario de Gobernación y de Guerra y Marina.

Oportunidad que aprovechó para hacer que el presidente Grau firmara los decretos que atacaban más duro al imperialismo.

Así aprobó leyes como la rebaja de las tarifas eléctricas, implantó la jornada laboral de 8 horas y le concedió el voto a la mujer.

Dos antiimperialistas

Al ser derrocado el gobierno de Grau por la alianza de Batista con la embajada norteamericana, de nuevo se vieron frustrados los ideales de los cubanos.

Antonio Guiteras denunció la componenda y acusó a Batista de traición. El líder revolucionario prosiguió su lucha. Conoció al venezolano Carlos Aponte, quien había combatido con Augusto César Sandino a los invasores yanquis y con éste, se enfrascó en los preparativos de una expedición militar.

Al venezolano le había impresionado la proyección ideológica de Guiteras y su modestia. Ambos poseían un profundo sentimiento antiimperialista y estaban convencidos de la lucha contra el mismo enemigo común.

Por eso Aponte se hallaba allí en El Morrillo, combatiendo con Guiteras en una desigual lucha. Allí reposan hoy sus restos.