Por: Gardenia Companioni

Jorge Ánckermann Rafart, nacido en la segunda mitad del siglo XIX, falleció en La Habana un 3 de febrero de 1941, casi al cumplir 64 años de edad.

Notable pianista, contrabajista, violinista, profesor de música, director de orquesta, es considerado el más fecundo compositor de Cuba.

Entre sus obras encontramos boleros, rumbas, claves, pregones, criollas, guajiras, danzones y danzas.

A los diez años ya formaba parte de un terceto y con quince era el director musical de la compañía de bufos de Narciso López, con los que obtuvo gran éxito en México por sus danzones.

Dos años después escribió la partitura de su primera obra teatral La gran rumba, estrenada en el habanero teatro Tacón.

El teatro bufo, su mayor éxito

Jorge Ánckermann Rafart también incursionó en el cine al acompañar con su orquesta la proyección de películas silentes, ocasión que aprovechó para dar a conocer sus vivaces danzas para piano y danzones.

Así comenzó a relacionarse con el mundo del teatro, para los que compuso por encargo una guajira, credencial para el futuro creador de El arroyo que murmura.

Sin embargo, fue el teatro Alhambra el mayor testigo de sus éxitos. Uno de ellos, La casita criolla, una burla a la reelección del presidente José Miguel Gómez a la vez que hacía propaganda electoral a favor de Menocal, quien prometía honradez.

Para dicha obra creó el género tango-congo, muy popular por aquello de: “Tumba la caña/ anda ligero/ mira que viene el mayoral/ sonando el cuero”.

La sátira siempre presente en sus obras

Para reflejar sucesos de actualidad nacionales e internacionales en el teatro Alhambra, Jorge Ánckermann presentaba cada tres o cuatro meses una obra picaresca con libreto de Villoch o los hermanos Robreño.

Por entonces su obra musical ya incluía casi todos los géneros populares cubanos, afincada en lo criollo.

La orquesta del Alhambra estaba compuesta generalmente por ocho profesores, pero al decir de Robreño, gracias a la dirección de Ánckermann “sonaba como una sinfónica”. Durante años transcribió obras de compositores de la talla de Alberto Villalón, Rosendo Ruiz, Manuel Corona, Graciano Gómez, Eusebio Delfín y Sindo Garay.

Una de sus obras más exitosas en el teatro bufo fue La Isla de las cotorras, recreada en los años 80 por Enrique Pineda Barnet en la película La Bella de la Alhambra.