Varios colegas se inquietan por el uso del nuevo vocablo informatista, referido a la persona que concibe, redacta y transmite una información de interés público.

Si nos atenemos a los elementos formantes de ese neologismo, nada tendríamos que reprochar al novedoso término, que intenta llenar un vacío léxico.

Informático es palabra referida al ámbito de la ciencia digital; informante es término comprometido con la actividad policial, e informador es vocablo que no satisface la designación de quien obtiene, elabora y emite una información de acuerdo con determinadas normas o requerimientos.

A la palabra informatista sólo le falta aceptación o rechazo para imponerse y perdurar, o para desaparecer.

El habla popular

Más inquietante que el nacimiento de una palabra es la aniquilación o exterminio de otras aún válidas, útiles y vigentes.

En cierto programa de televisión en que se ha impuesto una excesiva informalidad, en sólo media hora repiten una y otra vez la palabra propuesta en detrimento de los vocablos proposición, sugerencia, oferta, recomendación…

Del mismo modo, quienes se acogen al cliché no hacen preguntas ni exponen dudas, sino solo interrogantes, y de un plumazo resuelven el problema de la vivienda reduciéndolo a fondo habitacional.

No se puede ignorar que los medios, sobre todo la televisión, la radio y el cine, son los principales encargados de la riqueza o el empobrecimiento del habla popular.

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