La Habana, Cuba.- Me pide un joven oyente que retrate a un terrorista: ¿Es un hombre de ideales dispuesto a ofrendar la vida, o un fanático arrogante de compulsiones suicidas?…

Como quiera que lo pongan, es un malsano egoísta que a cándidos inocentes de la existencia los priva con increíbles razones que su acción no justifican.

La vida humana es sagrada, ni religión ni política pueden servir de argumento al que soberbio la quita. Pregunta el joven oyente si en Cuba ese mal gravita, si al terrorismo de afuera (heredero de Batista) hay que sumarle el de adentro, porque aunque en menor cuantía, el corrupto con batuta daña nuestra economía.

El asaltante nocturno, el ladrón oportunista,  el que te engaña en la pesa, el que revende y trafica, todo el que aterra y no encuentra el brazo de un policía.