Una luminosidad de origen desconocido se avistó sobre las nubes en los Estados Unidos. Algunos conjeturaron que era un enorme platillo, un objeto volador de otro planeta venido.

Con Donald Trump no se sabe qué pudo haber sucedido, si vinieron a frenarlo o vinieron a instruirlo de una galaxia invasora sus superiores y amigos. Unos pocos adujeron que era un fenómeno físico que debían explicarlo con más rigor los científicos.

Por fortuna hasta el momento no ha habido ningún político que haya atribuido el caso del fenómeno lumínico al espionaje cubano o iraní o ruso o chino, porque después del supuesto “ataque de ultrasonido” que alegan diplomáticos en La Habana haber sufrido, cualquier subterfugio es válido para aumentar el ridículo