Soy tu cigarro constante, soy tu tabaco, tu impuro. Desbarato tus pulmones, te hago en el cerebro un nudo, y te intoxico la sangre para secarte los músculos, para corroer tus huesos lentamente y sin apuro.

Aunque tú crees que me fumas soy yo quien te fumo a gusto, pues con cada bocanada las energías te chupo. Tu voluntad aniquilo y tu inteligencia anulo, en mi esclavo te convierto, soy tu amo y tú mi súbdito, te transformo en un guiñapo, en otro títere estúpido…

Me deseas más que a nada y tus deseos confundo; solamente coincidimos en que al buscarme te busco: tú, porque de mí dependes; yo, porque de ti me burlo.

Tú sin mí eres nada, nadie; yo, gracias a ti, soy mucho. Como insistes en amarme aunque tu muerte procuro, al crematorio te envío para que te vuelvas humo.

Etiquetas: