Dicen que el hombre se crece y que su ser se agiganta, no por caer de lo alto sino porque se levanta.

Y un domingo, de repente, una criatura extraña, un cíclope, un minotauro, 100 dragones en bandada, sobre la ciudad se arrojan y furiosos se abalanzan para destruir los muros, para derribar las casas, para echar abajo techos, paredes, puertas, ventanas, y dejarlo todo a oscuras, y empapar todo de lágrimas con el dolor y la muerte confundiéndose en las aguas.

Pero de miles de brazos se levanta una muralla para resembrar los árboles y las viviendas se alzan y el agua vuelve a su cauce y la piedra es solidaria.

En Cuba quien vive y sueña, el que produce y trabaja, no queda desamparado, tiene hermano y tiene Patria, y no hay viento que lo aísle ni huracán que lo deshaga.