Simplicio siempre decía que puede ligarse el ron con naranja, con toronja y con zumo de limón; con agua de coco, jugo de mandarina, melón, fruta bomba, piña, mango, y hasta batido de anón. Y también con romerillo, anís, tilo o caisimón.

Argumentaba Simplicio que si allá por el Japón una bebida elaboran al fermentar el arroz, y en muchas partes del mundo la elaboran con frijol, con plátano, con mandioca, uva, maíz, marañón…, todo lo que dé la tierra sirve para dar alcohol.

Y si la naturaleza produce sin restricción ese líquido divino que Baco vuelve licor, el alcohol liga con todo lo que Natura nos dio.

Lo que no sabía Simplicio es que no liga el alcohol con hígado, con cerebro, con corazón, con riñón, con estómago y pulmones, y menos con el timón.

 

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