Dice Yiyo que La Habana a él no lo maravilla, porque de un extremo a otro esta ciudad es mentira y los que en ella vivimos no vamos a revivirla.

La acera seguirá rota, sin tapa la alcantarilla, el salidero saliendo, la basura en las esquinas, el bache siempre más hondo que una fangosa piscina.

Seguirá el ruido indecente desafiando en las bocinas, los inspectores corruptos sobornando indisciplinas, y más veleta que antes girará la Giraldilla…

¿Dónde perdiste, compadre, tu confianza en la utopía y la fuerza emprendedora del sueño y la fantasía?

En su quinto centenario de sol y brisa marina, verás resurgir La Habana como una hermosa pepilla, y cuando pase a tu lado se te saldrá la babita.