Las niñas que me rodean están creciendo con prisa (Yanara, Camila, Nátali, Dayana, Liz, Carolina…), crecen alegres, dichosas, inteligentes, bonitas.

Serán mujeres de ciencia, o tecnólogas, o artistas, y elegantes, diligentes, eficientes, atractivas… ¿Vendrá después un tipejo a amargarles la sonrisa, a pisotear sus valores, a retorcerles la vida, a volverlas sufridoras, a cegarles la alegría…?

No consintamos nosotros, la sociedad no permita que un sicópata desborde sus flaquezas escondidas y ocultas debilidades en la masa femenina.

El varón que es incapaz de dar respeto y estima a la novia y a la esposa, la compañera o la amiga, es incapaz de querer a la madre y a la hija, y merece que lo aplaste el peso de la justicia.