Es frecuente encontrarnos con amigos o parientes fumadores que hacen referencia a su falta de apetito. Como por arte de magia, una vez que una persona comienza a tener ese hábito pierde las ganas de comer y, lógicamente, comienza a bajar de peso.

Es interesante conocer algo que los científicos sospechaban sin haber podido explicar: existe una relación cerebral entre el fenómeno de la alimentación y el acto de fumar.

Al parecer la nicotina es la sustancia responsable de todo el proceso, pues al llegar al cerebro se produce una estimulación de neuronas en el hipotálamo que anuncia la satisfacción del organismo, entonces la persona no siente necesidad de comer.

La comprensión de ese mecanismo ayudaría a crear tratamientos tanto para los fumadores, como para los que no tengan el hábito.

Sin detener el apetito

Una investigación verificó que los sujetos comían menos si se les trataba con nicotina, una de las sustancias del cigarro, lo cual explica porque los receptores estimulados activan a su vez las neuronas hipotalámicas, encargadas de detener el apetito.

Los científicos comprobaron que si se les bloqueaba esos circuitos, los individuos no bajaban de peso aunque se les suministrara nicotina.

El resultado sugiere que las zonas de supresión del apetito podrían ser estimuladas a favor o en contra, sin tener que acudir a las áreas de recompensa nicotínica de los fumadores.

Ese es indudablemente un hallazgo valioso que podría ayudar a que las personas mantengan un peso corporal saludable, independientemente de si han sido fumadores, presentan problemas de obesidad o incluso, padecen trastornos metabólicos.