Su nombre es símbolo de las heroicas luchadoras cubanas.

Por eso, evocar a Mariana Grajales reclama de cada quien no solo la más merecida reverencia, sino  el reconocimiento a una mujer que estuvo en pie de guerra durante 10 años de encarnizada contienda.

Mariana Grajales es sinónimo de entrega, dedicación y patriotismo. Por Ley de la República de Cuba fue denominada Madre de la Patria, alta condecoración que otorga el Consejo de Estado.

De hecho, desde mucho antes el pueblo la había proclamado como tal al reconocer en ella no sólo a la progenitora de los aguerridos Maceo, sino también porque representaba el prototipo nacional de las aguerridas mujeres cubanas.

Mariana es la madre insigne de vientre fecundo y regazo amparador.

Esa madre admirable

A Kingston, la capital de Jamaica, llegó un día Martí. Tenía una misión: visitar el humilde hogar donde vivían la madre y la esposa del General Antonio Maceo.

Inmensa era la admiración y no menos grande el cariño que sentía Martí por Mariana Grajales.

“¿Qué había en esa mujer, qué epopeya y misterio había en esa mujer, qué santidad y unción hubo en su seno de madre, qué decoro y grandeza hubo en su sencilla vida, que cuando se escribe de ella es como de la raíz del alma, con suavidad de hijo, y como de entrañable afecto?”, diría de Mariana Grajales.

Ella era la mujer que más había movido su corazón y así lo escribió nuestro Héroe Nacional en cartas y escritos que hablan de la devoción de Martí hacia la heroica madre de los Maceo, para quien siempre tuvo sentidas y hermosas palabras.

Su memoria de matrona virtuosa

Después del pacto que los Maceo no aceptaron, Mariana Grajales partió hacia Jamaica con Antonio y su esposa María Cabrales, y el resto de su prole.

En el exilio de Jamaica, Mariana se unió a su familia en la ingente labor de crear los clubes patrióticos.

Allí falleció a los 85 años, el 27 de noviembre de 1893. El 12 de diciembre de ese año, Martí le rindió homenaje a la sublime patriota en el periódico Patria.

Una bella semblanza que concluyó así: “Patria en la corona que deja en la tumba de Mariana Maceo, pone una palabra: ¡madre!”.

Su hijo Antonio, en respuesta a una carta de Martí, escribiría: “Ella, la madre que acabo de perder, me honra con su memoria de virtuosa matrona”. Su ejemplo es acicate para el pueblo cubano.

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