Se ha dicho que Lezama se dedicó a fundar revistas porque en las existentes hubiera podido publicar sus versos.

La Habana, Cuba.- En 1966, hace ahora 50 años, se hacía al camino uno de los textos literarios más importantes del siglo XX cubano. Eso de siglo XX es una referencia para aquellos que pidan cordura, de igual modo que el adjetivo: cubano.

Lo cierto es que Paradiso, la gran novela de José Lezama Lima, ha obrado por derecho una expansión a todo el ámbito de la literatura hispanoamericana, y sus numerosas traducciones la han hecho conocida en buena parte del mundo.

La Revista Semanal de Radio Reloj da inicio a una serie de trabajos sobre la obra del poeta, editor, ensayista y novelista José Lezama Lima, con motivo de las cinco décadas de su célebre novela.

Las revistas que fundó, sus ideas sobre la finalidad de la poesía, sus polémicas y sus ensayos, vendrán a este espacio como homenaje al maestro Lezama.

La imagen de Lezama

José Lezama Lima nació en 1910, en La Habana, donde murió 66 años más tarde. En el mito que sobre su personalidad y su obra comenzó a tramarse desde su juventud, tomó parte él mismo, y hay que reconocer que ni el mito, ni la obra parecen dispuestos a perder originalidad.

No es difícil arrimarle calificativos grandilocuentes, pero SÍ lo es encasillarlo en un comportamiento premeditado, incluso dentro del inasible campo literario. El viajero inmóvil, el chamán de Trocadero, el Maestro, son denominaciones que tratan de amoldarlo a la idea que quienes lo conocieron y quienes no, se hacen de él.

Lo cierto es que el de Lezama es uno de esos casos en que un escritor excepcional se da, no solo a la creación de su obra, sino además a la fundación de un ambiente que sea propicio a toda una cultura.

Cansado de mirarse, mira a la poesía

Se ha dicho, con buena dosis de razón, que José Lezama Lima se dedicó a fundar revistas porque en ninguna de las existentes hubiera podido publicar sus versos. En efecto, con la aparición de su primer poemario, titulado Muerte de Narciso, el mundo literario cubano debió vérselas con una esencialidad que parecía resquebrajada en gran parte de lo que, en materia poética,cundía en el panorama del año 1937.

Dánae teje el tiempo dorado por el Nilo, recordamos después de casi 80 años, y todavía nos sobrecoge la famosa entrada de Muerte de Narciso.

Por supuesto, que a partir de entonces se acentuaría una de las imputaciones con las que iba a lidiar la obra de Lezama: la de su pretendida impenetrabilidad. Pero se trataba, indudablemente, de una farsa sin soporte en la cultura.