Habana, Cuba.- En el principio, como era costumbre, fue una misa y un edicto, y la ceiba que ya estaba allí. Y una bahía protectora y nutricia, y unas colinas y un friecillo alerta, y una premonición.

Si Santiago miraba al Caribe, La Habana miraba al golfo, un pormenor que con el tiempo ayudaría a completar la cubanidad, esa suerte para América.

Con vestigios de indio, de hispano y enseguida de África se fue haciendo La Habana, cosmopolita por deseo de la Corona, que la designó lugar de concentración de las flotas con que vaciaba el continente. Lo que primero fue criollo tendría que ser cubano, y La Habana nunca lo fue menos.

Creció tierra adentro y en sí misma, se entendió con su clima y con su naturaleza. La hicieron nuestros padres para que ella nos hiciera a su imagen y a nuestra semejanza.