Durante casi dos décadas, un grupo de jóvenes con coloridos trajes y ruidosos instrumentos se ha convertido en uno de los principales animadores de las adoquinadas calles de La Habana Vieja.

Gigantería es una compañía de actores que trabajan sobre zancos y, acompañados por 5 músicos, realizan tres veces por semana un largo pasacalle, que no deja indiferente a nadie, por la zona histórica de la capital cubana.

Después de coincidir en varias actuaciones callejeras, tres grupos teatrales, Cubensi, Tropazancos y Somos la Tierra, decidieron unirse y en abril de 2000 nació Gigantería, como una comunidad de actores que aún apuestan por la creación colectiva.

El grupo, que tiene 12 miembros, está amparado profesionalmente por la Agencia de Representaciones Artísticas Caricatos y tiene el reconocimiento y apoyo de la Oficina del Historiador de la ciudad.

Creación colectiva

No es clara la distinción de funciones entre los miembros, pues todos hacen de todo, como explica la actriz y productora Elizabeth Marrero, quien después de graduarse como pianista estudió Gestión Cultural en el centenario Colegio Universitario de San Gerónimo de La Habana.

Precisamente, la tesis de Licenciatura de Marrero estuvo dedicada al trabajo de Gigantería y tanto se involucró con el grupo que terminó formando parte, después de aprender a dominar los zancos.

A veces se piensa que los zancos son un elemento danzario o acrobático, pero nosotros tratamos de unir esas dos capacidades a las que le agregamos lo actoral, afirma la joven quien, junto a Kenia Galván, abre bailando las presentaciones del grupo.

La creación colectiva parece ser el sello distintivo de Gigantería, donde cualquiera llega con una idea teatral que se desarrolla y enriquece con el aporte de los demás.

Actores sobre zancos

No queremos quedarnos solo en la danza, ni en los malabares, sino en manejar todo y que el personaje pueda llevar todas esas cosas, explica Jorge Serpa, una de las últimas incorporaciones a Gigantería.

Además de los zancos, utilizan los malabares con pelotas o clavas, los juegos con fuego y la técnica del clown, que se apoya en la proyección de la voz y en una amplia plasticidad corporal.

El escenario es la calle y la mayoría del auditorio está conformado por turistas, transeúntes y familias de paseo por la ciudad, personas que no esperaban encontrar un espectáculo teatral en medio de una plaza.

Ese compromiso público es lo que hace volver a la calle a Gigantería, un grupo consciente de que se debe a la gente, a la que entrega, desde los zancos, un arte de altura en las viejas calles habaneras.