Foto/Trabajadores

En noviembre de 1959 el Comandante en Jefe reconocía que fue la clase obrera, con la huelga general que promovió junto al Ejército Rebelde, la que dio el puntillazo a los planes de escamotearle al pueblo la victoria.

Se desarrollaba el acto inaugural del X Congreso de la Central de Trabajadores de Cuba, y con ese reconocimiento, Fidel ratificaba la importancia que en el país había comenzado a otorgársele a los más humildes.

Muchos fueron desde entonces los discursos y textos, en los que el máximo líder de la Revolución hiciera notar su cercanía con la que definiera como fecunda y creadora clase obrera, la que produce cuanta riqueza material existe en un país.

Hay que ponerse en el corazón de un trabajador, indicaría a mediados del 62, en un acto de premiación a trabajadores, en Varadero. Por entonces, ya Fidel latía en los pechos obreros.

Trabajar con fervor y dignidad

Desde los primeros años de la Revolución, el Comandante en Jefe dejó claro que el único camino mediante el cual un país puede llegar lejos es trabajando y distribuyendo de manera justa las riquezas.

En sus múltiples contactos con el movimiento sindical cubano, Fidel llamó a crear la conciencia del trabajo; a que el pueblo comprendiera que tener el control del destino del país le daba la oportunidad de trabajar para el porvenir.

La abundancia de todo lo que necesitamos, solo podremos conquistarla con sudor, con trabajo y sacrificio, expresa un texto de nuestro máximo líder, publicado en agosto de 1982, en el periódico Granma.

En abril de 2016 volvería a ratificar esa idea. Si se trabaja con fervor y dignidad, se pueden producir los bienes materiales y culturales que los seres humanos necesitan, dijo Fidel con su energía inagotable.

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