La estatua de Céspedes en la Plaza de Armas

A mediados del siglo XVI se crearon tres plazas en la Villa de San Cristóbal de La Habana.

La primera se hizo y aún está, junto a la Calle de Madera, entre el Palacio de los Capitanes Generales y El Templete que acoge la ceiba, bajo la que, según dice la tradición, se celebró la primera misa, hace cinco siglos.

Ese lugar se conoció como: Plaza de la Iglesia; luego recibió el nombre de Plaza de Armas, que aún tiene, aunque se le quitó el nombre del rey español Fernando VII, de triste recordación en Cuba.

En 1955, a la Plaza de Armas se le añadió el nombre de Carlos Manuel de Céspedes y del Castillo, en el centro del área se situó una estatua de mármol blanco, del destacado patriota bayamés, reconocido como el Padre de la Patria.

Céspedes, el Padre de la Patria

En una casona del callejón de la Burruchaga, en Bayamo, que hoy es la ciudad principal de la oriental provincia de Granma, nació Carlos Manuel de Céspedes y del Castillo, el 18 de abril de 1819, en el seno de una familia rica.

Vivió sus primeros años en su pueblo natal, donde inició sus estudios que continuó en el convento de Santo Domingo. En Europa se hizo abogado y luego se dedicó a explotar el ingenio Demajagua, que compró a su hermano Francisco Javier.

Carlos Manuel de Céspedes era un hombre de ideas avanzadas, por lo que muy temprano se percató de que la mano de obra esclava, no solo era inhumana, sino más beneficioso y necesario emplear maquinarias y obreros.

Sus ansias libertarias lo llevaron a conspirar junto a sus contemporáneos y enfrentarse al régimen hispano.

Figura cimera

Destacados estudiosos de nuestra historia patria han demostrado que, sin lugar a dudas, el bayamés Carlos Manuel de Céspedes y del Castillo fue una de las figuras cimeras del alzamiento efectuado el 10de octubre de 1868, en su ingenio Demajagua, donde dio la libertad a sus esclavos y los invitó a unirse a la lucha, por la liberación de los cubanos.

La contienda, que estalló ese día, duró 10 años  y las luchas en la República mediatizada se mantuvieron por un largo período, hasta el triunfo de la Revolución Cubana, el primer día de enero de 1959.

Hay que reconocer, que desde su responsabilidad como Historiador de La Habana, el doctor Emilio Roig de Leuschering, batalló intensamente para lograr que Carlos Manuel de Céspedes fuera reconocido como el Padre de la Patria Cubana.