A pesar de los años que han pasado desde que surgió el noviazgo de América Domitro y Frank País, cuando se piensa en un símbolo de jóvenes unidos por el amor, los ideales y el respeto mutuo, enseguida se toma como ejemplo la hermosa pareja que ellos formaron.

De ese amor queda un testimonio en una bella postal que el joven le envió desde México, cuando se reunió con el líder del Movimiento Veintiséis de Julio, Fidel Castro, en  agosto de 1956.

La tarjeta tenía un paisaje del hermoso lago de Xochimilco y ahí le escribió a América: “Sabes que a pesar de la distancia no te puedo olvidar. Esto es muy bonito, pero yo suspiro por ti. Te quiere, Frank”.

En una breve escala que hizo al volver a Cuba, el joven envió una postal a Taras Domitro, su compañero en la lucha clandestina y hermano de América, y otras tres a la muchacha.

La novia de Frank

Compañeros de la pareja que formaban América Domitro y Frank País cuentan  que los veían pasar al atardecer, cogidos de la mano, y aunque parecía que iban de paseo por las empinadas calles de Santiago de Cuba, lo cierto es que cumplían riesgosas misiones clandestinas de la Revolución.

A ella la recuerdan como una mujer joven, rubia, linda, de piel muy blanca, ojos azules, fina, elegante y educada, que además era la estudiante inconforme, la revolucionaria honesta, la firme luchadora clandestina y la decidida combatiente del 30 de noviembre de 1956.

América nació en el municipio habanero de Guanabacoa, el 23 de noviembre de 1935 y luego vivió con sus padres, los inmigrantes ucranianos Iván Domitro y Eufrosina Terlebauca, en varios sitios de la geografía cubana.

Masivo duelo popular

El 30 de julio del año 57 Frank País cayó con su compañero Raúl Pujol, frente a fuerzas de la tiranía.

Lo velaron primero en la casa de San Bartolomé, del barrio de Los Hoyos, donde vivía con su madre, Doña Rosario, y su hermano Agustín.

Por decisión del Movimiento 26 de Julio, el velorio se trasladó a la casa de su novia América Domitro, cerca del parque Céspedes, donde le pusieron el uniforme verde olivo y el grado de Coronel, por su responsabilidad en el Movimiento Revolucionario.

Desde ahí salió el cortejo fúnebre, seguido del pueblo que cantaba el Himno Nacional, en una larga marcha, mientras caía una lluvia de flores multicolores.

Sus restos se depositaron en el cementerio de Santa Ifigenia, de Santiago de Cuba, donde días antes fue sepultado su hermano Josué, caído en lucha frontal contra la tiranía.